10/Agosto/2012 ROBERT ÁLVAREZ, LONDRES._ Nunca les den por muertos, jamás les subestimen, se equivocarán, se lamentarán si lo hacen. Este es un equipo que se crece, que saca lo mejor cuando peor lo tiene, que se rebela a quedarse en la lona, por más machacado que pueda estar, que lo estuvo, y mucho, ante Rusia.
España volvió a demostrar ese dominio escénico, como cuando tuvo un pie fuera de un Europeo a las primeras de cambio en Polonia, o le pasó dos cuartos de lo mismo en el de Lituania. Los dos acabó ganándolos. Este equipo siempre se supera y en la semifinal ante Rusia volvió a conseguirlo.
Con Calderón llevando la vozcantante, logró sacar a flote toda su energía, su talento, su chispa después de la que probablemente fue su peor primera parte desde que se juntó, desde que ganó el mundial júnior en 1999, desde que dio sus primeros pasos en la selección grande. No importó, su competitividad resulta asombrosa. Le permitió remontar 13 puntos de desventaja (18-31). Gracias a ella ganó una semifinal que vale su peso en oro, que le mete por segunda vez consecutiva en la final olímpica, en su séptima final en las grandes competiciones internacionales que ha disputado en los últimos diez años.
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